El Oeste americano Abril 2018
americanos Aquel universo estaba compuesto de rifles, pistolas y pistoleros

 

Mi relación con las armas se remonta a la infancia. Vivía encima de uno de esos cines de barrio cuya sesión doble incluía casi siempre una película de vaqueros. No las veía todas, pero sí las oía. Entonces no se cuidaba como ahora lo de los decibelios, y yo me dormía cada noche tiro va y tiro viene con el ruido que se colaba por el patio. Quiero creer que de aquella experiencia infantil procede el efecto somnífero que me provocan esas pelis del oeste que las televisiones compran al peso para cubrir la hora de la siesta.

El cine era entonces nuestra ventana al mundo y aquel universo estaba compuesto de rifles, pistolas y pistoleros a cada cual más rápido y preciso disparando su arma. Personajes como Jesse James, Buffalo Bill, Toro Sentado o el general Custer eran como de la familia, familiaridad que se extendía a las armas que portaban. Aquellos personajes hablaban con mayor orgullo de su Colt, su Remington o su Winchester que de sus propios hijos. Esos tipos sin un revólver al cinto carecían de sentido, no eran nadie.

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